¿Dejamos propina o no?Segunda
parte de la Guia de viajes Nunca Escrita.
La propina
es una de esas costumbres que hacen que
sean tan distintos de los españoles. Si llevas a tu pareja a cenar a una
marisquería y te sale la factura por 58,70 libras, en España dejas sesenta y
tan pancho -si lo haces, lo normal es incluso coger la vuelta para pagar el
parking-. Aquí no. Aquí el estándar sería dejarle al camarero entre cinco o
seis libras.
Ya hay
muchos lugares que incluyen en la cuenta el “service charge” que suele rondar
el 12,5% del total. Desconfiad, es un subterfugio que muchos locales utilizan
para hinchar los precios y sacar mayores beneficios y, por lo general, los
currantes ven nada o muy poco de ese dinero.
Es una buena
filosofía bien mirado. La tentación de ganar un sobresueldo con las propinas
mejora el servicio que los camareros te dan, a priori. Para el inglés el
servicio en una mesa no sólo consiste en que te dejen los platos y los retiren,
sino que pretende que le sea brindada una experiencia que vaya más allá de la
meramente culinaria.
Así que en
Inglaterra si el servicio ha sido correcto, véase, te han atendido con
amabilidad, explicado y orientado en caso de necesitarlo sobre los intríngulis
del menú, no se han equivocado con las comandas y te han limpiado la mesa con
presteza, como mínimo debes dejar un 10%. Si el servicio ha ido un poco más
allá, incluso debes dejar algo más. Y por supuesto, si estimas que no se han
cumplido los estándares, tienes el deber de hacérselo saber recogiendo las monedas
del cambio para pagar el parking.
Si como turistas has cenado alguna vez en
Londres y crees que el servicio ha dejado mucho que desear es que has probado
el lado oscuro de esta práctica. Los camareros no son tontos y saben que los
turistas italianos, españoles, franceses, etc… no dejan propinas -y normalmente
encima dan mucha guerra-, así que claro, no se suelen esmerar mucho con ellos,
guardando energías para aquellas mesas dónde saben que pueden ganar dinero.
Las propinas en Alemania, un pequeño ritual
Una costumbre que está
muy arraigada en Alemania es la de dar propinas. No sólo en cafeterías y
restaurantes, también se suele dejar propina en la peluquería, a los guías
turísticos, a los que sirven la comida a domicilio, mensajeros y hasta a los
masajistas. En definitiva, todo lo que sea un servicio personalizado.
El caso más típico -y
donde los extranjeros a veces pecamos de desconocimiento- es en los
restaurantes. En Alemania es normal dejar una la propina de aproximadamente el
10% del total al pagar la cuenta. No es obligatorio, pero si negamos la propina
estamos diciendo implícitamente que el servicio no nos gustó. En los
restaurantes el pago de la propina es un pequeño ritual que empieza cuando
pedimos la cuenta: (Zahlen, bitte!), tras lo que el camarero suele
preguntar si vamos a pagar todos juntos (Zusammen) o cada uno paga lo
suyo (Getrennt), que es el caso más normal. En este segundo caso el
camarero hace una cuenta por separado por cada comensal.
Y aquí empieza el lío:
Cada uno ha de decir lo que ha consumido, el camarero hace la suma en la mesa y
a cada comensal le indica lo que debe pagar. Entonces, cada uno responde al
camarero con la cantidad indicada más la propina. Por ejemplo, si nos dicen
15,5 euros y queremos dejar el euro de propina, le damos un billete de 20 y
decimos “16,5”. Aquí lógicamente entra en juego el dominio de cada uno con el
idioma. En alemán hay números que suenan muy parecido, así que si no
pronunciamos muy clarito podemos multiplicar la propina por cinco.
Conclusión, más vale
estar duchos con los números, porque si no nos puede salir la propina muy cara.
Eso sí, el camarero nos estará agradecido mucho tiempo.
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